En este post, les cuento todo sobre mi experiencia asistiendo al ritual llamado Wi Wanyang Wachipi, la Danza del Sol. Éste es un ritual de agradecimiento y de ofrenda a la fuerza vital del universo, llamado por ellos Wakantanka (el Gran Espíritu).
Abril de 2022… en algún lugar en las afueras de Mexico.
Para nadie es un secreto que cuando llegaron los Españoles a México éstos comenzaron a romper con todas las tradiciones que existían en el continente Americano, a tal punto que los antepasados de los indígenas (a lo que ellos llaman los abuelos y las abuelas sabias) se escondían para practicar sus rezos y continuar en silencio con sus creencias y tradiciones. Muchos pagaron con sus vidas al ser descubiertos por los colonos.
Es por esta razón que el día que un par de amigos y yo nos disponíamos a ir a a la danza del sol yo me sentía un poco intranquila. Y es que no sabía como iba a ser recibida una española en un lugar que defiende las tradiciones que “los españoles” les habían arrebatado. Aunque para serles honesta yo nunca he sentido ser de ninguna parte en concreto. Si tengo que elegir una etiqueta es la de ciudadana del mundo.
Para mi fortuna, mis miedos se disiparon nada más llegar al lugar. Cuando terminábamos de alzar la tienda y prepararnos, empezamos a escuchar el retumbar de un tambor por allá en el fondo:
Tummm, tummm.
Mi corazón empezó a latir más fuerte. Expectante de lo que iba a ver, me dirigí hacia donde estaba un gran árbol que estaba en medio de un círculo. De él, colgaban los rezos de los danzantes y rumbos divididos por colores. Más tarde me enteré que cada color tenía su propio significado.
La ceremonia de danza se lleva a cabo alrededor de este árbol que simbólicamente, representa «el árbol de la vida», «el centro del universo». Los danzantes le amarran lienzos de colores y bolsas de tabaco, entre otros objetos, como ofrendas y oraciones para el árbol.
De repente la música empezó a sonar más fuerte. Era el turno de los cantos dakotas Wé-hé-ya-hé Wé-hé-ya-hé Čhaŋnúŋpa kiŋ lé čheyla wakȟáŋ čhá Yuhá čheyíyayo hé-hé-hé. En ese momento los danzantes entraron y dieron comienzo a la ceremonia.
Les confieso que durante ese día sentí mucha sorpresa. Sentía como si hubiera llegado a una tribu de la que siempre hice parte pero en la que no tenía ningún rol. A pesar de sentirme perdida, me acogieron como si fuese parte de la familia.
Durante esa tarde comencé a colaborar en cocina junto con otras chicas. Allí me comentan que el ritual durará 4 días: Serán 96 horas de danza en la que los danzantes no podrán comer ni beber agua. Mi función junto con la de las otras chicas será sostener su energía comiendo y bebiendo por y para ellos, ¡Qué hermoso!
Como les contaba el principio, la danza del sol es un ritual de agradecimiento, pero también es la ceremonia ideal para despedir creencias que ya no sirven ningún propósito en nuestra vida. A continuación, les cuento las cosas más bonitas y más sorprendentes que aprendí y viví durante cada día:
Primer día
«Está bien pedir ayuda.»
La primera creencia que se me rompió observando esta danza fue que, para que yo pueda elevarme o evolucionar puedo sostenerme de otros, puedo pedir ayuda y puedo confiar en que otros me sostengan. Cuantas personas como yo no piden ayuda cuando la necesitan o creen que pueden hacerlo todo solos o solas. Esta danza me enseño lo hermoso que es sostener a otro y lo hermoso que es que otro te sostenga a ti.
Segundo día
«¿No hay otras maneras?»
Durante el segundo día comenzaron las ofrendas. Anteriormente había escuchado que las ofrendas eran de sangre así que podías sentir el miedo y la preocupación de todos en el ambiente. Honestamente creo que fue el día más duro de todos.
Pronto descubrí que era peor de lo que me imaginé. La ofrenda consistía en cortar un trozo de piel en el pecho de la persona y se colocan unos palos, estos son agarrados para tirar de ellos o con una cuerda la cual el propio danzante debe tirar hasta arrancársela o sino alguno de los presentes tiran de ellos para arrancarlos.
Todo esto fue muy impresionante para mí. En mi mente no paraba de preguntarme:
¿Por qué hacen esto? ¿No hay otras maneras??
Tercer día
«El juicio sólo viene de la mano del hombre.»
Durante el tercer día de la danza las ofrendas continuaban. Yo seguía preocupada, tratando de entender lo que estaba viendo. Tanto así, que no había podido entender el qué o el por qué esas personas estaban sometiéndose a tal dolor físico.
¿Se trataba acaso de algo divino? ¿Cómo lo explicaba?
Las diferentes religiones son formas que tenemos de reflejar la divinidad de una forma externa pero es algo que que tenemos dentro de nosotros, es un reflejo que exponemos fuera para darle una imagen, una estructura.
Ese día entendí que cuando aquellos danzantes se arrancaban aquel trozo de piel sentían el éxtasis de la divinidad en su ser. Sus caras reflejaban alegría y orgullo, entonces ¿quién era yo para juzgar lo que está bien o está mal? Ahí fue cuando rompí otra creencia: el juicio solo viene de la mano del hombre.
Cuarto día
«El aprendizaje viene de todas partes.»
En el cuarto y último día, los danzantes por fin pudieron comer y beber así que fue un día de celebración. Al terminar la ceremonia nos reunimos todos para ofrecerles el agua, la fruta, y mucha agua.
Nunca olvidaré la expresión de sus caras. En ellas se reflejaban sentimientos de alivio, alegría, orgullo y una pizca de desconcierto.
No pude evitar verme reflejada en ellos ya que también he sentido todos estos sentimientos positivos al cumplir una meta o propósito que me he propuesto, mezclados con ese desconcierto y ese vacío que nos recuerda que por mucho que hagamos a nivel externo el verdadero trabajo y la verdadera lucha siempre viene desde adentro.
Otra de las cosas que quería hacer durante mi viaje a México era encontrar a un abuelito o una abuelita de la que aprender medicina tradicional. Por casualidades de la vida conocí a Yare, una preciosa adolescente de 15 años que me acompañó y guió durante toda esta etapa. Con ella rompí la creencia de que una persona de más edad me va enseñar más, el aprendizaje viene de todas las partes ya que todos somos chamanes, todos somos medicina y todos somos uno.
Y bueno, ahora te toca a tí. ¿Quieres que te acompañe a descubrirte?
¿Quieres que rompamos juntas, juntos aquello que ya no te hacen falta para tu evolución personal??
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Gracias por leerme.
Aida.
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